Por WAC | 2 SEP 2022

Joana Escoval a menudo se sirve, física o metafóricamente, de los cuatro ingredientes elementales: tierra, fuego, agua y aire. Bien para crear sus esculturas. También para que las joyas de la familia muden su luz en esta ocasión. O bien para que lo textual atrape algo matérico.

Aunque lo importante descansa en cómo quien se acerque al dispositivo que la artista dispone en Bombon Projects articule o haga suyas las piezas que lo configuran. Mejor dicho: en cómo quien lo mire se desenvuelva en los espacios intermedios que hay entre la acción de contemplar una escultura y la de pasar a las siguientes para esbozar y comprender el conjunto. Porque entre los objetos o las cosas suele acontecer la realidad. Es voluntad de la artista que esto se dé: ya que forma parte de su movimiento poiético. A esto apuntan tanto sus proyectos previos como su discurso.

Lo mismo debiera decirse, sin embargo, que un hallazgo de su práctica artística es el hecho de que algunas de sus esculturas convocan aquello que no va a desaparecer ante nosotros o aquello que aflora y culmina sin nosotros. Es decir, la transformación sobreviene con una sola imagen material: que contiene a la figura y a su haz de movimientos. Uno podría prescindir, pues, de las distancias que hay entre los objetos o las cosas de su artificio con el propósito de vislumbar cómo operan los procesos propios de la naturaleza en el trabajo de Escoval. También en ello suele ocurrir lo real.

Quizá Wordless and Earthen sea una ocasión para relacionarse, o bien con alguna de las piezas que la integran, o bien con la textura —de la estancia— que entre algunas de las esculturas de Escoval se manifiesta con energía. O con todo, por supuesto.

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