Proyectos expositivos como espacio de conocimiento y aprendizaje. Una conversación con Rosa Lleó, The Green Parrot.

Por Alberto Aguilar | 2 SEP 2022

 

The Green Parrot es una organización sin ánimo de lucro cuyo propósito es acompañar y exponer el trabajo de artistas visuales. Ha pasado por varias fases: en sus inicios, con sede para exhibir sus propuestas en el distrito de Ciutat Vella; luego como proyecto residente en la Fundación Antoni Tàpies (hábitat que les permitía exponer y articular un programa público en la ciudad o en las salas de la institución misma); y ahora con un espacio propio de nuevo; siempre en la ciudad de Barcelona.

El próximo 23 de septiembre inaugura The Awakening de Antoni Hervàs, cuyo proyecto empieza en el archivo de Tom of Finland de Los Angeles. A través del dibujo, explicará algunas historias o momentos relevantes acontecidos en los años 80, periodo en el que la censura impedía publicar novela erótica gay fuera de la escena underground o de la cultura disidente.  

Cuanto sigue es fruto de una conversación con su directora, la comisaria Rosa Lleó, con motivo del inicio de la temporada de galerías de arte este mes de septiembre en Barcelona.

I

ALBERTO AGUILAR: Que hoy la experiencia del público en las galerías de arte o en los museos está en entredicho es un hecho. Partamos de ello, pues. En cuanto a vuestra iniciativa, nos parece que un eje programático de The Green Parrot es repensar el modelo que dé cabida tanto al diálogo como a la exhibición. Si es el caso, ¿cómo se articula un espacio informal en la esfera del arte contemporáneo y se procede cuidadosamente para lograr una relación íntima con la audiencia?

ROSA LLEÓ: Me gustaría comenzar por decir que cuando fundamos The Green Parrot en el año 2014 había una falta de espacios que representaran a los artistas que no accedían a los museos ni a las galerías de Barcelona. La idea fue ser un espacio o una organización sin ánimo de lucro. Y tener un programa sólido, constante, anual y focalizado en el ámbito local, en el contexto. Siempre estamos atentas para saber qué está pasando y qué se necesita, para entender nuestro lugar en el ecosistema de la cultura. No nos interesa ser alternativa sino entender qué se necesita.

Por ello, nunca me he visto como un espacio informal sino como una para-institución donde se articulan proyectos. Lo que nos diferencia de una galería al uso —a parte del objetivo, que no es comercial— es que desde el principio hacemos un acompañamiento de los proyectos, profundizamos en cada uno de ellos porque no estamos sujetas al ritmo del mercado del arte. Asimismo, creo que nuestra organización, o nuestro espacio, no quiere definirse por completo. Está bien permanecer en un estadio fluido: una galería, talleres, conversaciones, lo que concibamos.

Respecto a la audiencia, tanto los museos como las galerías se han dado cuenta de que la cercanía o la atención a los públicos es fundamental. Por ejemplo, la próxima conferencia anual de CIMAM (International Committee for Museums and Collections of Modern Art) se titula The Attentive Museum. Permeable Practices for a Common Ground; es decir, cómo escuchar a los públicos, cómo acercarse y cómo formar parte de un diálogo con ellos. Esto las organizaciones pequeñas lo hemos hecho desde el principio, es parte de nuestra naturaleza. Este espíritu lo mantenemos ocho años después. Ahora nos planteamos nuestro espacio, además, como un lugar para ser habitado: residencias, charlas con un aforo de entre quince y veinte personas —es lo idóneo para generar diálogos—, salir un poco de la comunidad artística.

Invernomuto. Green Med, 2020. Cortesía de The Green Parrot.

II

AA: A través de la investigación y de la experimentación se entiende y penetra lo real. ¿Por qué es pertinente sostener que la investigación artística amplia los límites de nuestro conocimiento? En vuestro caso: ¿qué realidad o qué realidades os interesan?¿Qué marcos de investigación están presentes y desplegáis en vuestros proyecto expositivo o actividades?

RLL: Más que conceptual, casi todos nuestros proyectos tienen un carácter narrativo. Buscamos que nos expliquen una historia, una historia que tenga que ver con algo que sea relevante para lo que vivimos en la actualidad. Por darte un ejemplo, la exposición de Adrian Schidler y Eulàlia Rovira (La Plaga, El Provecho) es una investigación artística, un proyecto que aporta una mirada diferente a un episodio de historia colonial: que es el comercio de la cochinilla, a partir del que luego la Corona Española elabora el carmín, y que tiene que ver con la pintura del Barroco y con la grandiosidad de ese periodo. Pero se trata de un producto que, realmente, proviene de los Aztecas: es el color rojo mejicano. Por otro lado, cuando México se independiza, la cochinilla se cultiva en las Islas Canarias durante dos siglos. Al ver que era una historia que venía de varios lugares, quisimos aterrizarla en tales lugares: tuvimos contacto con la organización tinerfeña Solar Acción Cultural; en cuanto a México, elegimos curadoras o pensadoras que tuvieran cierto interés por estos temas: hablamos con Catalina Lozano (a ella le interesa mucho la relación del arte con la antropología y la etnología) y con Paulina Ascencio, quien realizó una residencia virtual con nosotras y mantuvo conversaciones y una serie de tutorías con los artistas para que el proyecto creciera en los pueblos que originaron esta materia. Como ves, múltiples relaciones con personajes que abordan la historia del arte, del comercio, hasta la comida (ahora la cochinilla es un colorante alimentario). Los artistas ofrecen, pues, otra mirada.

Eulàlia Rovira y Adrian Schindler. La plaga, el provecho, 2022. Cortesía de The Green Parrot.

III

AA: La construcción de una crítica responde a un posicionamiento. Porque si bien podemos ocupar múltiples posiciones desde donde contemplar o estudiar un objeto, este siempre es el mismo. ¿Cuáles son vuestras premisas?¿Cuál es el aparato conceptual que articuláis en el seno de The Green Parrot para crear un discurso crítico desde el arte y la cultura?

RLL: Es a partir de los artistas. Profundizamos en el trabajo de un artista y de allí extraemos los conceptos que nos parecen interesantes o críticos. Nunca manejamos previamente una serie de conceptos y los colocamos en sus propuestas. Para mí, esto es fundamental y no es algo que siempre se dé. Escucharlos, lo que tienen que decir y darles una manera de expresarlo, o un marco teórico que muchas veces está ahí, pero no lo saben articular. Es importante anclar las problemáticas contemporáneas en lo que uno hace. En The Green Parrot trabajamos a partir de pensamiento crítico, de contestar las maneras hegemónicas de entender la sociedad. Los artistas siempre lo hacen: intentan darle la vuelta, mirar a un episodio concreto olvidado o no explicado, o buscar los intersticios de la historia, episodios o eventos.

Regina de Miguel. Arbustos de nervios como bosques de coral, 2021. Cortesía de The Green Parrot.

IV

AA: Si concebimos la galería o el proyecto expositivo como un espacio de conocimiento y de aprendizaje —y deberíamos denominarlo— horizontal, el rol de los distintos actores implicados se redefine. Esto es: el artista y el comisario desempeñan la función de quienes inician «algo», o de catalizadores; el público es, a su vez, un colaborador activo del proceso de aprendizaje (descubrimiento-experiencia-comprensión). ¿Podrías caracterizar la dimensión relacional que fomentáis con artistas u otros profesionales del sector?

RLL: De hecho, últimamente tengo dudas de si el formato expositivo es viable para nosotras. Este próximo año vamos a hacer colaboraciones con Eina Idea, con un museo de Barcelona (se tiene que confirmar). Y pensamos más en la idea de proceso; luego podremos formalizarlo en una exposición o no. Nos interesa más tener ese momento de trabajo horizontal con el artista al que aludes y disfrutarlo: que se den dinámicas con otras personas, generar ese proceso y que lo que se formalice no sea tan importante. 

Cómo lidias con los públicos es la parte difícil. En The Green Parrot llegamos hasta un punto y la idea es buscar otros agentes colaboradores que puedan ampliarlo. Para ser un espacio de conocimiento y aprendizaje debemos tener como cómplice a una universidad, a otras organizaciones que sumen para alcanzar un mayor impacto, algo que nos preocupa cada vez más. Si trabajamos sin ánimo de lucro, tienes que devolver algo a la sociedad, porque también recibimos financiación pública y tenemos el deber de ofrecer un servicio público a los ciudadanos. Tenemos que pensar cómo lo hacemos para que realmente se visibilice y también hacer partícipes a todos los públicos que vienen a nuestro espacio. 

Ahora sabemos que la colaboración para nosotras es crucial. Tenemos que revisitar más los modelos de organizaciones sociales o de colectivos para pensar un escenario de aprendizaje horizontal. El de las organizaciones feministas de los años 70, por ejemplo: cómo trabajaron y por qué fueron realmente cercanas al público. Como decía antes, también los museos están discutiendo cómo hacerlo. Por eso ahora muchos de ellos se fijan en organizaciones de menor escala que realizan su labor en otras partes del mundo y que poco tienen que ver con la producción de exposiciones.

Adrian Schindler. Los papeles (Notas para una película), 2021. Cortesía de The Green Parrot.


V

AA: En la actualidad se propone idear e implementar otras economías y otros modos de proceder en el complejo del arte contemporáneo. En vuestro caso defendéis que sea desde la generosidad. Otro ejemplo de ello es que abracemos una «economía del amor» frente al paradigma económico vigente en cuyo seno se despliega la lógica mercantilista, como plantea Marina Fokidis (comisaria del que será proyecto central de ARCOmadrid 2023: el programa «Mediterráneo: Un mar redondo»). ¿Podrías desgranar a qué os referís, por favor?

RLL: Es un tema muy complejo y nosotras escribimos esa frase cuando abrimos The Green Parrot. Un momento en el que el sur de Europa había sufrido una crisis tremenda y asistíamos a las sanciones que la Unión Europea imponía a los países del sur: en particular, a los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España). Fue nuestra respuesta específica en contra de aquello. También vivíamos en una socialdemocracia, claro, y teníamos unas instituciones bastante precarias, con una injerencia política excesiva. Nuestra iniciativa surgió en ese escenario. Y gracias a la generosidad de todos los artistas que habían decidido exponer con nosotras. Sin haberles dado un presupuesto para la producción, con unos honorarios muy bajos, les dijimos: te invitamos a Barcelona a pasar una semana, te alojaremos, no será el trato que tendrás en un museo... Y todos nos dijeron que sí.

Nosotros, en el sur de Europa, tenemos una economía real que es mucho más frágil, mucho más inestable, esto no quiere decir que sea peor, simplemente trabajamos con otras maneras de hacer. El arte contemporáneo es una creación del contexto anglosajón.

Por supuesto, me gustaría saber cómo teorizarlo mejor. Justo la artista Regina de Miguel me ha recomendado el libro Descolonizar Europa. Ensayos para pensar históricamente desde el Sur, de Javier García Fernández, en este se habla de los muchos «sures» que tenemos en cada uno de nuestros contextos.

Desde ese planteamiento, trabajamos en Barcelona ahora con la idea de unirnos varios espacios sin ánimo de lucro para compartir recursos y pensar exposiciones juntos. Otras maneras de funcionar, no nos cabe otra...

Eulàlia Rovira y Adrian Schindler. La plaga, el provecho, 2022. Cortesía The Green Parrot.

AA: En este punto, nos preguntamos a qué modelo de negocio se dirige la iniciativa privada en estas otras economías «generosas» o «del amor». O con otras palabras, ¿cómo podría esta concebirse en el marco de otro tipo de intercambio de bienes e ideas: de otro tipo de diálogo y de producción artística. Nos gustaría que abordaras esta cuestión para concluir nuestra charla. Ha sido un placer hablar contigo de aspectos relacionados con la labor que desempeñáis en The Green Parrot. 

RLL: Precisamente, este año es algo que nos hemos tenido que plantear para poder subsistir. Es necesario no descartar pensar, pues, en «formas de negocio» para que nuestra organización sea sostenible a medio plazo. Querríamos un modelo híbrido (público-privado): con mecenas, empresas y capital público (subvenciones, ayudas). Pero lo vemos complicado desde Barcelona. Le vamos dando vueltas a ello continuamente, créeme.

Hace ocho años, el equipo de 1646 Experimental Art Space (Países Bajos) habló con nosotras, nos visitaron para saber cómo funcionaba The Green Parrot. Y ahora ellos tienen un centro de arte, con un gran presupuesto, con una manera de trabajar impecable. Otro ejemplo de esto es la organización Pivô (São Paulo): han crecido también porque allí se parte del modelo de gestión americano. Siempre pienso que si hubiéramos estado en otro contexto quizá haríamos algo similar.

Cortesía de The Green Parrot.

ROSA LLEÓ es comisaria. Asimismo, es la fundadora y directora de The Green Parrot, organización dedicada a acompañar y a exponer el trabajo de artistas visuales desde el año 2014 en la ciudad de Barcelona.

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