La cocina social y el pícnic colectivo
Por WAC | 4 OCT 2022
En 2007, el considerado mejor chef del mundo por entonces, Ferran Adrià, es uno de los artistas participantes en documenta 12. El director artístico, Roger M. Buergel, y su equipo encontraron pertinente que el genio creativo de Adrià estuviera en Kassel, aunque este no tuvo presencia alguna en la edición de aquel año: porque —a pesar de su saber, técnica y experiencia— él no produjo «nada» allí. Hubo cierta consternación y no fueron pocos los que se preguntaron qué propósito último tendría tal ocurrencia.
Quince años después, ruangrupa invita a Britto Arts Trust (colectivo de Bangladesh) y a Nhà Sàn Collective (de Vietnam) para que, a diferencia del reputado chef, sí hagan «algo» en documenta fifteen. Abordémoslo.
Uno de los proyectos artísticos del colectivo bangladeshí en Kassel es el de cocinar y compartir alimentos en PAKGHOR, the social kitchen. Para ello habilita un espacio —en medio de un jardín de nueva creación junto a la documenta Halle— con el cometido de reunirse en torno a una mesa y entreverar historias mientras se disfruta de comida y té elaborados a partir del recetario que las distintas comunidades residentes en la ciudad atesoran. La comida es un medium para que el pasado y las experiencias cobren vida entre relatos, música, poemas y complicidad. Como no podría ser de otro modo, los encuentros se documentan y las recetas, a su vez, se recogen para una posterior publicación.
Además de sus instalaciones, el colectivo vietnamita nos invita, por su parte, a que cultivemos un jardín de plantas y narrativas migratorias —Vietnamese Immigrating Garden—, junto a una casa queer con sauna, donde se ofrecen cortes de pelo o vino casero y se llevan a cabo debates, talleres y fiestas: entre ellas, un pícnic colectivo.
Quizá el proyecto «artístico» en 2007 fuera la rueda de prensa —dos mil setecientos periodistas acreditados— con el reclamo de Ferran Adrià. En 2022 es aquello que este chef, en cambio, no hizo en su día: guisar y hacer a los demás partícipes de sus técnicas, saberes y vivencias. Sorprendente todo. En este punto no dejamos de pensar en la World Central Kitchen del mediático chef José Andrés. ¡Cuánto impacto habría tenido la apropiación «artística» de esta última iniciativa por parte de documenta fifteen!
Esclarecedor, sin embargo. La evolución del interés de documenta —desde la estrella Adrià hasta llegar a la constelación tanto de la cocina social de Britto Arts Trust como la del pícnic vietnamita de Nhà Sàn Collective— pone de manifiesto cómo se relega la sola mirada del individuo a un segundo plano, de tal guisa que aquella otra construida comunalmente se integre en el circuito de los grandes eventos o reuniones internacionales.
Aunque no serán pocos los que entenderán a qué propósito responde esta ocurrencia, el hecho de que hablemos de cocina o de cocineros no es lo sustantivo, puesto que la mencionada lógica opera en todo rincón de documenta fifteen. En tres lustros, pues, el paso a un «nuevo» territorio cultural, homologado —eso sí— en el seno del tejido institucional hegemónico, acontece.