Goyo Villasevil, co-director de Swinton Gallery. Foto: Roberto Villalón (@ermutante)

Sustrato real o simulado en la industria del arte actual. Una conversación con Goyo Villasevil, co-director de Swinton Gallery

Por Alberto Aguilar | 18 FEB 2023

El próximo mes de mayo Swinton Gallery celebra nueve años de actividad desde su puesta en marcha en 2014. Los artífices del proyecto son Goyo Villasevil y Sergio Bang, quienes dirigen y gestionan la galería desde sus orígenes. Durante la semana del arte se puede disfrutar en su espacio de Todo es número, exposición de Guido Bisagni (108) y, además, Swinton Gallery estará presente en la feria de arte UVNT con otro de sus artistas: Sergio Gómez (SRGER). Cuanto sigue es fruto de una conversación con Goyo Villasevil.

I

ALBERTO AGUILAR: Sobre la inquietud, la curiosidad y el gusto debería fundamentarse la actividad de una galería. ¿Es la propuesta de Swinton Gallery (SG) inquietante y poco convencional? Si es el caso, ¿en qué sentido? ¿Con qué os deleitáis? ¿Qué caracteriza vuestro planteamiento estético en el seno de la programación?

GOYO VILLASEVIL: Lo que hace especial a SG es cómo hemos cambiado durante nuestros nueve años de actividad. Empezamos documentando el arte que encontrábamos en la calle y generamos, a partir de ello, un proyecto de galería. Con el tiempo, nuestra experiencia en el mundo del arte y el conocimiento de su mercado han transformado nuestras decisiones curatoriales. Antes era muy importante que los artistas intervinieran en la calle. Asistimos a cómo estos elaboraban proyectos con unos relatos muy compactos: con una investigación previa y con un mensaje que trasladar a la sociedad en el seno de su trabajo. Ahora nos interesan también los creadores que no trabajan en la calle, pero que se empapan de las interacciones entre los distintos actores urbanos. Por ello sentimos curiosidad y sobre ello ponemos el foco.

En el plano estético también hemos evolucionado. Si bien al principio nos interesaba más la literalidad y el mensaje, luego nos hemos inclinado por lo no evidente. Un tránsito de lo evidente a lo abstracto. Y también un paso de lo pictórico a lo tridimensional, a lo que ya no es puramente plano en una pared. Esto lo ejemplifica nuestra colaboración con DosJotas: un artista político que genera intervenciones que suponen modificaciones del contexto urbano en las que la pintura no tiene cabida, o si la tiene es de una forma puntual. Actualmente SG es una de las galerías más importantes en cuanto a lo que abstracción y arte público se refiere. Este binomio hace que nuestra propuesta sea poco convencional.

Olga de Dios. Spray Cocktail Party, 2021. Cortesía de Swinton Gallery

II

AA: A través de la selección de artistas y proyectos, ¿qué mensaje transmite SG sobre nuestra época? O con otras palabras… Con las exposiciones de vuestros artistas, ¿qué explicáis del mundo en que vivimos?

GV: Nosotros hablamos en la cercanía, no en la generalidad. Una de las cosas fundamentales que necesitamos y que nos lleva a inaugurar la galería es interactuar con personas que tienen un pensamiento avanzado sobre lo que está ocurriendo y vivirlo de cerca. No me refiero a grandes modelos, sino a la intimidad de los individuos. El proceso creativo dice lo que ocurre en nuestra relación con los demás: con la sociedad. Por otro lado, el hecho de que haya individuos con ganas de expresar lo que está ocurriendo y no lo hagan porque se ven atraídos por otras tendencias o simplemente desesperados porque no pueden salir adelante explica el mundo en que vivimos.

CRASHERS group show. Los Ángeles 2017. Keystone Art Space. Comisariada por Micke Tong. Cortesía de Swinton Gallery


III

AA: Desde el arte y la cultura, el diagnóstico y la denuncia de nuestros males se han realizado sobremanera. Parece claro de qué adolece nuestra sociedad. La cuestión es: Si el arte tiene la capacidad de arrogarse una ficción que genera un sustrato real, ¿es pertinente que un artista evoque la realidad sin decir nada ella? ¿La práctica artística no debería crear las «cosas» en vez de describirlas?

GV: Hay una cosa que me molesta mucho dentro del circuito del arte: que se crean grupos. A los figurativos les parece que los abstractos no tienen técnica. Es más: hay mucha gente a la que le interesa solo lo figurativo y lo literal y que denosta lo abstracto por no aportar esa denuncia de la que hablas. A su vez, el trabajo de los artistas abstractos denuncia lo figurativo por evidente y por no evocar lugares de pura especulación. No tiene sentido alguno. Nadie tiene razón.

108 Guido Bisagni. Todo es número, 2023. Cortesía de Swinton Gallery

Por ejemplo, actualmente 108 tiene una exposición en SG, Todo es número. El artista emplea la generación de espacios geométricos en su pintura basados en fórmulas matemáticas para contar algo sobre lo que nos ocurre en este momento. Pero no es evidente. El proceso de análisis y de investigación de lo que está ocurriendo él lo muestra de una forma que es absolutamente abstracta, que es matemática pura.

Esta conversación online y otras tantas son unos y ceros, es matemática aplicada. Con su exposición, 108 nos dice que esa matemática aplicada que genera beneficios capitalistas tiene otra versión: que es la matemática pura, la pitagórica. La matemática como algo trascedente: algo que no tiene una aplicación en lo material sino en lo espiritual. Guido Bisagni (108) habla de cómo esos unos y ceros, esa matemática nos atrapa. Nos saca de una realidad para meternos en otra que ni siquiera es la que nosotros generamos con nuestro pensamiento puro, es a la que nos llevan: a que estemos todo el día conectados, consumiendo a través del teléfono, etcétera.

108. Mind The Wall 28, 2023. Foto: Guillermo de la Madrid. Cortesía de Swinton Gallery

Y el artista lo muestra a través de pinturas en la que no hay un teléfono, en la que no hay un mensaje puramente anticapitalista o antisistema, sino que de alguna forma nos invita a llevar a cabo esa meditación: ese pensamiento sobre lo que está ocurriendo. Y es pintura abstracta. Hay sectores del círculo del arte que denostan la pintura abstracta porque no tiene relato, no tiene contenido y porque es una mera expresión estética. Y no tienen razón.

108 demuestra que tras la abstracción hay un relato, un contenido y una forma de ver el mundo que nos dice que hay otras posibilidades dentro, en la periferia o al margen del sistema. Es lo no evidente. Es una realidad recreada diferente de lo que vemos todo el día. No es la representación de una persona buscando en un cubo de basura. En mi opinión, se trata de una representación abstracta que, al final, nos habla de la persona que busca en el cubo de basura.

Andrés Senra. Transparaíso, 2021. Cortesía de Swinton Gallery

IV

AA: La crudeza de cuanto nos rodea provoca que necesitemos altas dosis de anestesia para nuestro día a día. En consecuencia, quizá el público de nuestro tiempo no presente la ingenuidad que el artista necesita para que cale su trabajo: tanto para emocionar o asombrar como para que se comprenda. Hablemos de ello.

GV: En cuanto al público y a la emoción que se puede generar en este. Hay tantos grises. En SG atraemos a muchos tipos de público: a clientes que son coleccionistas y a quienes no pueden comprar. Muchos de los artistas con los que nosotros trabajamos regalan su trabajo: pintan en la calle de una forma natural y ponen en una pared algo que creen que debe estar ahí. Esto provoca que se atraiga al público que no solo está interesado en comprar, sino en disfrutar del trabajo del artista y también quiere descubrir lo que es capaz de hacer en el estudio. Esas personas admiran la personalidad de ese artista, su modo de hacer. Y de vivir. Es importante si el artista forma parte del colectivo LGTB, o de un colectivo que tiene un sentimiento de espiritualidad, o si ese artista es activista político, o si tiene una experiencia vital que asombra. 

Sergio Gómez SRGER. Detrás de la bruma una cortina, 2022. Cortesía de Swinton Gallery

Por otro lado, hay personas que buscan qué colocar detrás de su rostro como fondo. Es algo que ocurre en los museos, en las ferias y en la calle. Quieren decir: tuve esa cosa detrás; tú, no. Solo quieren esa cosa bonita tras ellos. No tienen un interés por saber quién lo ha hecho, o cuál fue su motivación. Conocer la experiencia vital de la persona que lo creó. Esto, por supuesto, ocurre en las galerías, y a nosotros nos pasa: no saben quién expone y solo quieren una foto delante de un cuadro. Es un signo de los tiempos. ¿Cómo se sorprende a esa gente? Por el espectáculo. La obra espectacular es la que sorprende, es la que al final se lleva esa foto. Una obra que es un texto, o una documentación de cómo la población LGTB era recluida en cárceles en los años 40 y 50 en España, ese documento escrito a mano es poco espectacular y se va a llevar pocos selfies. Y, probablemente, lo que va a pasar con esa exposición es que va a tener pocas visitas. Solo la de las personas que les interesa el relato. Es así. Hay que vivir con ello.

Augustine Kofie. MKNZM, 2018. Cortesía de Swinton Gallery

Pero hay esperanza. Recuerdo una familia que acude con su hija normalmente a SG. Analizan los cuadros y los observan. Ocurre: hay personas que salen maravilladas. O les llama la atención la técnica, o el contenido, o el simbolismo, o el relato de la obra. Hay quien visita la exposición de 108 y te dice: es pura meditación trascendental. Hay esperanza y todavía creo que hay gente que se puede sorprender. No un alto porcentaje de la población, pero tampoco creo que el arte haya sido alguna vez muy masivo. La hay porque todavía hay gente que le gusta estar fuera del mainstream y de los flujos masivos de personas que van en la misma dirección. Tenemos que explicar todo esto bien a los jóvenes porque son capaces de entenderlo. No son borregos que pasan el día en IG o TikTok.

Laurence Vallières. Discarded, 2017. Cortesía de Swinton Gallery



V

AA: ¿De qué artistas se podría afirmar que su obra está preñada de la impresión de que él ha visto o sentido de verdad algo? ¿De qué artistas dirías que cada poro de cuanto imagina o contempla acontece en su trabajo: porque logra traducirse artísticamente?

GV: El artista no es la imagen que cuelga en una pared, sino la relación de esa pieza/imagen con quien la genera. Tiene que haber volcado en esa obra todo lo que él es, las experiencias que ha tenido, la forma que tiene de ver el mundo, la forma en la que le gustaría que el mundo fuera, aunque sea utópico, porque toda esa utopía es la avanzadilla de la nueva realidad. Pedir mundos imposibles es acercarse a ellos. En este sentido, Olga de Dios me parece fundamental. El trabajo de Andrés Senra, de Dosjotas, de 108, o de Sergio Gómez (SRGER). Todos estos artistas en su trabajo están incluyéndose y, de alguna forma, su vida y su ser están ahí. Para mí eso es lo valioso de las personas con las que trabajamos.

Artistas que generan obra bella, pero que no se incluyen. No nos interesan. Es una constante en todos los artistas con los que trabajamos. Necesitamos que el artista con el que vamos a compartir nuestro tiempo y esfuerzos se deje la piel como nosotros. La piel está en esa imagen bi o tridimensional, en esa instalación, en ese relato que generan.

Mario Mankey. Pasado Infinito Futuro Caduco, 2018. Cortesía de Swinton Gallery

VI

AA: Semana de ferias de arte en Madrid a la vista. Hablemos de la industria… Si bien la lógica de una feria es mercantil, hay quienes defienden que una feria de arte no debería concentrarse solo en crear un marco idóneo para la compra-venta de obras, sino también en presentarse como una plataforma cultural: de la mera interacción comercial al intercambio de saberes y experiencias para corregir, mejorar, transformar el mundo. ¿Cuáles son los entresijos de una feria?

GV: En cuanto a las ferias, te hablaré de un libro de Remedios Zafra, El entusiasmo. La autora distingue el entusiasmo puro y real del entusiasmo figurado. Y creo que hay ferias que tienen un entusiasmo puro y real en el arte y otras ferias cuyo entusiasmo es figurado.

El puro y real se da en aquellas ferias que sienten la necesidad de que los contenidos o los relatos generados a partir de pensamientos distintos sobre la realidad estén presentes y les otorgan visibilidad, a riesgo de su propia estabilidad. Y hay otras ferias, sin embargo, que tienen un entusiasmo figurado porque simulan tener tal intención. Hay algunas ferias que, efectivamente, tienen un interés real por que el arte sea útil de una forma abstracta, y hay otras por que sea útil únicamente en un sentido capitalista, práctico o monetario. 

Pero esto es muy peligroso y lo sé. Una feria ha de ser mercado. Enfrentarse al mercado hace que las ferias tengan problemas. Cuando se generan proyectos que olvidan que una feria es mercado y se dedican solo al contenido y al relato… hay un problema. Esa contradicción trae problemas a la feria. Y seguramente tienen más éxito las ferias que se dedican únicamente al mercado y que tienen ese entusiasmo no real por el contenido y por el relato. Ese éxito por supuesto es interesante para muchas galerías.

DosJotas y otros. Monopoly Urbano, 2022. Cortesía de Swinton Gallery

A mí, me interesaría que hubiese un modelo intermedio. Creo que ello ocurre más en las ferias institucionales. Me refiero a aquellas que tienen un apoyo económico por parte de instituciones públicas (gobiernos locales, autonómicos, etc.) que pueden generar proyectos con menos necesidad de monetización. Esas ferias institucionales cuando están bien comisariadas y cuando tienen un objetivo puramente de concepto y de relato son muy interesantes. Pero claro, las ferias sin apoyo institucional no pueden sufragar los costes de la exposición no comercial del arte.

Precisamente, lo que diferencia a ARCO de las ferias satélites es el apoyo institucional que la primera recibe. Ninguna de las satélites le va a robar una galería a ARCO, nunca va a ocurrir, puede ser que ARCO no acepte a una galería y esta vaya a otra feria. Lo que sí que hay son codazos entre las ferias satélites por llevarse a las galerías y ahí sí hay robos, sí hay ofertas para que las galerías vayan a una feria y no a otra. Porque en España no somos tantas, las ferias tienen pocos clientes potenciales.


GOYO VILLASEVIL (Madrid, 1974) es Licenciado en Ciencias de la Imagen por la Universidad Complutense de Madrid. Comienza su labor profesional en el sector audiovisual, siendo realizador de publicidad y montador de largometrajes, logrando diferentes premios y menciones. Fotógrafo y serígrafo, se va adentrando en el mundo del arte contemporáneo, principalmente en el circuito del arte que tiene una clara conexión con con el espacio público actual. En 2014 funda junto a Sergio Bang la galería Swinton en el madrileño barrio de Lavapiés. Desde entonces Swinton Gallery promueve, representa y comercializa el trabajo de artistas nacionales e internacionales como Andrés Senra, Sergio Gómez (Srger), Olga de Dios o Guido Bisagni (108), entre otros. Colabora en revistas especializadas y ha prologado diferentes libros como Ellas, del fotógrafo JEOSM, o Street Art guide Madrid, de Thomas Martin Groetschnig. Asimismo ofrece conferencias sobre arte y espacio público, las últimas en el contexto de las jornadas de coleccionismo del MNCARS en Madrid.




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