lumbung o sobre la emergencia de otro lineamiento en la práctica artística. Una conversación con farid rakun, partícipe de ruangrupa (2/2).
Por Alberto Aguilar | 4 OCT 2022
V
ALBERTO AGUILAR: Quizá la comunidad profesional mira otra vez hacia Kassel para escudriñar la emergencia de nuevos lineamientos en la esfera del arte. Es probable que ocurra. ¿Qué expectativas tenéis a partir del mes de octubre?¿Qué aspectos de lumbung pensáis que las instituciones o las organizaciones que nutren el circuito de la cultura a nivel global no podrán dejar de implementar en sus dinámicas de trabajo durante los próximos cinco años?
FARID RAKUN: De entrada, lo que puedo responder es: el propio lumbung. Al invitar a documenta a formar parte de nuestro viaje, sabemos que este continuará después de esta edición número quince. Queda por ver si como institución querrán seguir formando parte de nuestra iniciativa. Pero es de esperar que lumbung en sí mismo continúe. Además, gracias a lo ocurrido en Kassel, está claro cómo seguir adelante. Nos sentimos orgullosos de lo que hemos conseguido hasta ahora. Nos ayuda mucho: tanto a mí y a ruangrupa como a otros, creo que ha sido útil pensar que documenta no es la última parada de este viaje. Otras fructificaciones de lumbung seguirán adelante. ¿En qué formatos? Todavía pensamos en ello.
Nosotros vemos documenta fifteen como cien días de celebraciones públicas del proceso que iniciamos hace dos años o incluso hace más tiempo. Pero este acto público luego puede adoptar cualquier otro formato. Tal vez más pequeño y en diferentes localidades; tal vez de un modo distinto. Pero esta celebración pública, con múltiples voces y sin el enfoque temático curatorial habitual... ya tenemos la prueba de que se puede hacer y creo que en lo sucesivo vamos a continuar por este derrotero.
Respecto a los próximos cinco años, a lo que podría ser documenta, a lo que podrían ser otras instituciones. Empezamos a hablar con otros actores que también se hacen ese tipo de preguntas. Museos o centros de arte: grandes o pequeñas instituciones, incluso globales. Abordamos qué tipo de posibilidades, qué tipo de preparativos tendríamos que llevar a cabo ambos si nos invitaran.
Es una cuestión difícil, sin embargo. Hay que mantener largas conversaciones. No puede ser una respuesta directa —sí o no, posible o no—, porque también aprendemos de nuestras experiencias pasadas como artistas invitados por otras instituciones. Es realmente un «choque». Esta vez es diferente porque somos la dirección artística y pudimos trabajar durante tres años en lugar de tres meses. Pero no es suficiente tiempo, hay una labor invisible a largo plazo que permitiría transformar el orden institucional. Creo que ello está implícito también en tus preguntas.
Tenemos que trabajar en lo anterior. Y lleva tiempo, como es el caso de la experiencia de documenta fifteen. Muchas veces no es visible, ni sexy, ni estática, no se puede trasladar directamente al formato de exposición mismo. Pero ese es el trabajo importante que debemos asumir desde el principio. Así que esperamos poder seguir manteniendo esas conversaciones con otras entidades después de Kassel.
No tiene por qué ser global, puede ser «súper» local, pero seguir participando en estas conversaciones puede ser fructífero. No solo para nosotros sino también para otros. A muchos colectivos de los que aprendimos durante la investigación para documenta fifteen no los pudimos involucrar esta vez. Las localidades en las que trabajan las instituciones: incluso las grandes o las globales, presentan iniciativas locales que las rodean. ¿Cómo trabajar con ellas? Y no tiene que pasar por nosotros. El hecho de que documenta tenga que invitarnos para que, gracias a nuestra ruruHaus, le sea posible colaborar con las iniciativas locales de Kassel es algo absurdo. Pero simplemente ocurrió así. Si las instituciones —después de esto— pueden trabajar directamente con sus vecinos, tal vez sea este el cambio que ofrecimos. Y estaremos felices por causar tal impacto.
VI
AA: Toda época dispone unos materiales a partir de los cuales a un individuo le es factible crear artefactos o dispositivos. Por supuesto «lo creado» hunde —o así debería ser— sus raíces en la sociedad: en las urgencias o problemáticas de esta, por ejemplo, a las que se trata de dar una respuesta desde un enfoque artístico. En un paradigma de colaboración, sin embargo, ¿es viable consensuar el proceso creativo sin que languidezca el genio individual? ¿Por qué lo comunal no supone una merma para la práctica artística sino que la redimensiona satisfactoriamente?
FR: Sí, es difícil. Constituir un colectivo ha llegado a ser —al menos en Indonesia— una de las principales formas en que los creadores practican su modelo artístico. Es una de las principales formas de hacer las cosas. En otras partes del mundo también nos damos cuenta de que, en cuanto los individuos forman sus colectivos, pueden acceder a lo que antes no les era posible: notoriedad, fama, fortuna y todo ese tipo de cosas. Pero los colectivos, entonces, dejan de funcionar y merman. Lo cual está bien, lo entendemos y no decimos que sea malo, porque es algo natural.
Nosotros somos capaces, en cambio, de seguir siendo un colectivo porque (1) esa tentación no nos pasó realmente a ninguno de nosotros en tanto individuos y (2) porque mantenemos un espacio para que los individuos prosperen. No decimos que haya que hacerlo todo por el colectivo. Si alguien necesita tiempo… Yo voy y vengo de ruangrupa, por ejemplo, porque el trabajo colectivo es demasiado exigente en algún momento. Siempre es así. El trabajo colectivo no siempre es la mejor manera de hacer las cosas. Así que si este dejara de ser útil, yo podría parar y tomar un descanso, y volver, o tal vez no. Nunca culpamos a nadie si procede así. Y en ningún caso decimos que la necesidad colectiva está por encima de la individual.
Y los conflictos, además, ocurren todos los días. Nos conocemos como individuos muy bien, por lo que gran parte de la comunicación es incluso no verbal. El colectivo y el genio individual, por ejemplo, no son compatibles; pero uno no debería prevalecer sobre el otro. En el sistema ahora mismo ese es el problema. Se ha convertido en una competición. Si algo se hace grande, no puede dejar que otra forma de hacer las cosas sea también una opción. Creo que la forma de pensar capitalista es eso. O pasas a ser un monopolio, o un duopolio o lo que sea. No hay espacio para muchas formas diferentes de trabajar o de hacer las cosas.
Una vez más: el ideal no sé si es realizable o no; pero en nuestra forma de trabajar es importante no ser antagonista, no ser anti-algo. «Desaprender», por ejemplo. No empleamos tal término. Ni «des-» ni «post-», ni todo ese tipo de recursos. La forma en que hacemos las cosas no significa que cancelemos otras formas de verlas, otras formas de proceder. Así, entendemos el valor del mercado, o del genio individual, o de la creación de objetos. De hecho, en muchos de los ecosistemas en los que operamos, la gente también necesita esto último para esforzarse. Hasta ahora el problema para nosotros es que nos ven como una amenaza. Y no somos tal cosa, porque… ¿quiénes somos nosotros para convertirnos en una amenaza? No somos tan poderosos. No somos una amenaza para nadie. Por este motivo tenemos que comprometernos continuamente, diciendo que no significa que tú no puedas existir por el mero hecho de que nosotros existamos.
VII
AA: Nulla aesthetica sine ethica. Podría decirse que documenta fifteen refrenda que no hay estética sin ética. Ello no obstante, y aunque el coqueteo entre disciplinas sume, algunos de los colectivos o proyectos seleccionados por ruangrupa son ajenos a lo artístico. Es una opción, claro. En su opinión, las prácticas colectivas, ¿cuánto le enseñan a uno de sí mismo y cuánto del otro en nuestro tiempo?
FR: Sobre todo la práctica de escuchar, como hemos dicho muchas veces, aunque sea más fácil decirlo que hacerlo. A estas alturas aprendemos a llevarlo a cabo casi todos los días. Espero que sigamos mejorando en ello, pero la práctica de la escucha es la clave. Escuchar y entender de dónde viene el otro. Es como decía antes: no significa que porque existamos seamos una amenaza para ti. Si realmente practicamos eso —es muy, muy difícil—, entonces documenta fifteen será un muy buen ejemplo de esto. En realidad, todavía queda un largo camino por recorrer, también nos damos cuenta de ello, de primera mano. Es casi utópico decir esto. ¿Cómo decirlo? Enseñarse uno sobre sí mismo, enseñarse uno sobre los demás. Tal vez es una semilla ahora mismo, no se ha convertido en una planta en ningún sentido. Pero si esa semilla puede sobrevivir —siendo realistas, pero a veces no soy optimista— quizá en los próximos 20 años solo podamos ver cómo crece esta planta. Esta semilla necesita tiempo para crecer.
VIII
AA: No es erróneo afirmar que asistimos —al menos en Europa— a la redefinición de lo que es un museo. En este sentido, se defiende la pertinencia de que el «nuevo museo» sea un organismo más permeable y atento a las necesidades de las comunidades con las que coexiste espacialmente, por ejemplo.
Querríamos aprender del ecosistema del arte de Jakarta. Por ello, traigamos a colación el Museum MACAN, el Art:1 New Museum, o la Galeri Nasional Indonesia. ¿Existe una dimensión comunal en estos a partir de la cual desarrollan su cometido?¿Son organizaciones participativas, empáticas y cercanas que apoyan el aprendizaje, el acceso a los recursos y la capacidad de prosperar de sus respectivas comunidades? Y también enriquecernos, por supuesto, de Gudskul Ecosystem, o de Gudang Sarinah Ekosistem, o de la Bienal de Jakarta. ¿Podrías compartir con nosotros tus impresiones sobre la escena artística de tu ciudad para concluir esta conversación? Fue un placer charlar contigo.
FR: Muchas gracias por esta pregunta. Creo que es una cuestión muy importante. Y no es tan frecuente que esta surja. MACAN y Art:1 New Museum no existían cuando nosotros empezamos en el año 2000 y Galeri Nasional Indonesia, en cambio, sí. Es como si hubiéramos crecido con ellos. La Galeri Nasional es del gobierno. Pero MACAN es de propiedad privada —no es el único en Indonesia— y, además, se trata del primer espacio que se autodenomina museo moderno y contemporáneo en Indonesia. Así que cambiaron las simetrías, los roles. Vemos los nuevos desarrollos como algo positivo.
En estos años el ecosistema se ha vuelto diferente. Las realidades son muy diferentes. Yakarta es enorme, así que hay espacio y todos estamos muy ocupados haciendo lo que sea. A veces nos encontramos, a veces no. Cuando somos útiles los unos para los otros, colaboramos; pero no tiene por qué ser así. Esto es como lo que dije respecto a que la existencia de algo no anula lo demás. Creo que en Yakarta puede darse porque es demasiado grande y porque suceden demasiadas cosas a la vez, así que la gente puede dejarse llevar, sin criticarse demasiado. El lado malo es que no nos conocemos tanto, o no demasiado. Por cierto, podrías añadir también Komunitas Salihara, un colectivo con una trayectoria incluso más consolidada que la nuestra.
Si crecimos con ellos, cambiamos con ellos. Si el MACAN, por ejemplo, hubiera existido en 2000, no habríamos hecho lo mismo en nuestros inicios como colectivo de artistas. Porque, como he dicho antes, a veces construimos infraestructuras cuando no las hay. Si ya están ahí, no tenemos que hacerlo.
Dejamos de hacer festivales —como Yakarta 32, por ejemplo— por muchas razones. En cambio, no hemos dejado de hacer nuestro festival de música porque nos gusta realizarlo y porque todavía vemos la necesidad de producirlo. Pero tanto los festivales de videoarte como los de foros de estudiantes, no nos interesan porque ya hay muchos otros que lo hacen. Tampoco realizamos muchas exposiciones, al menos en Yakarta, por eso, porque mucha gente lo hace. Ya hay espacios que cubren esa necesidad.
Como ves, podemos cambiar: nuestra práctica. Tenemos que cambiarla. En todo momento debemos responder a las diferentes necesidades del ecosistema. Por ello, mutamos muchas veces: de colectivo de artistas a convertirnos en Gudang Sarinah Ekosistem y luego en Gudskul. De hecho, seremos Gudskul durante un tiempo. Y cuando dejemos de ser útiles repensaremos nuestro camino. O simplemente deberíamos dejarlo. Hay algunos momentos en los que surge esta pregunta: ¿deberíamos disolver nuestro colectivo? La respuesta hasta ahora es que podemos seguir atendiendo las necesidades de los demás, especialmente la de los jóvenes, las voces invisibles. Pero con un formato diferente. Este no puede ser el mismo porque nosotros también hemos envejecido. RURUKIDS, por ejemplo, es para niños, arrancó alrededor de 2007 porque algunos de nosotros paso a tener familia e hijos. Así es como nos vemos. Por eso lo llamamos ecosistema. Los diferentes roles en el ecosistema tienen que encontrar su equilibrio.
Encontraréis el principio de nuestra conversación AQUÍ
farid rakun, partícipe de ruangrupa, colectivo responsable de la dirección artística de documenta fifteen. Es licenciado en arquitectura por la Universitas Indonesia y máster en arquitectura por la Cranbrook Academy of Art. Como instigador, ha colaborado con varias instituciones: Centre Pompidou, La Biennale di Venezia, MMCA Seoul, Bienal de Sharjah, Bienal de São Paulo, Harun Farocki Institut, Dutch Art Institute (DAI), Creative Time, Haute école d'art et de design (HEAD) de Ginebra, y basis voor actuele kunst (BAK).